Carlos Alonso, un artista comprometido

Agustín Cassano
6 min readMay 19, 2019
Manos anónimas. Instalación, 1976/ reconstrucción, 2019.

“La pintura de Alonso nos intranquiliza”, relataba el escritor y crítico literario argentino David Viñas en 1963 cuando Carlos Alonso expuso en la Galería Riaboo un grupo de obras de la serie Blanco y negro. Esta última está atravesada por su estadía en la provincia de Santiago del Estero, ubicada en el noroeste argentino, durante 1959. En ellas, el artista muestra los recuerdos de su travesía por el norte argentino, la memoria de la infancia, los miedos y las supersticiones.

“La serie Blanco y negro es la de los niños en Santiago del Estero acosados por el hambre, el abandono, la desidia, el maltrato de la sociedad y los gobiernos. Esa semilla de ver la injusticia me rebelaba”, confesó el artista al diario La Voz del Interior.

Debajo de la mesa, 1963. Tinta, carbón y papeles pegados sobre papel, 100 x 144 cm. Colección del artista.

Sus palabras y las de Viñas son adecuadas para contar la obra de un artista que se encuentra influenciada por su compromiso político y social. Es un testimonio de la historia argentina de la segunda parte del siglo XX, atravesada por la tragedia. Pararse frente a una obra suya inquieta, moviliza al espectador; o al menos no cabe la indiferencia.

En 1968, Alonso integró la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Artistas Plásticos (SAAP) donde expresó sus preocupaciones artísticas y militantes. Allí participó activamente en exposiciones colectivas que objetaban la realidad nacional y se posicionaban ideológicamente frente a las políticas intervencionistas norteamericanas. Trabajó de distintas maneras: a veces señalando hechos que alarman y agitan y otras recurriendo a citas de grandes obras de la historia del arte o también mediante el rescate de algunos de sus protagonistas.

Lo que el pintor argentino hizo fue “copiar” grandes obras de la historia del arte, pero las superó al generar nuevas relecturas donde interpela y denuncia el contexto y la realidad que se vivía por esos años. Allí es donde aparece la “copia” de Lección de anatomía del doctor Tulp de Rembrandt. Esta obra es reinterpretada en 1969 en una extensa serie.

En su obra Lección de anatomía el retrato representado por Rembrandt asiste a la disección del cuerpo de Ernesto “Che” Guevara, asesinado en Bolivia en 1967. Allí se puede observar como la mesa de estudio se transforma en una camilla en la que se exhibe el cuerpo maniatado del revolucionario ante la mirada de un enfermero que recuerda a un torturador.

Esta serie, en la cual Alonso emplea el collage, participó de la exposición Panorama de la Pintura Argentina 2 de 1969 que organizaba la Fundación Lorenzutti en Palais de Glace; aunque fue censurada y retirada por la subsecretaría de Cultura de la Nación. En solidaridad con Alonso, diez artistas retiraron sus pinturas de la exposición. A pesar de ello, al año siguiente pudo exhibirla en la Expo-Show-Buenos Aires y posteriormente pudo exponer los dibujos previos en la Galería Esmeralda.

Lección de anatomía, 1970. Acrílico sobre tela, 210 x 200 cm. Colección del artista.

Eran años dictatoriales en Argentina, ya que en 1966 el gobierno del presidente Arturo Illia fue derrocado por la Revolución Argentina, comandada por el militar Juan Carlos Onganía. El país sufría su quinto golpe de Estado que duraría hasta 1973.

El 24 de marzo de 1976 la Junta Militar derrocó a la presidenta Isabel Martínez de Perón y fue el comienzo de la sexta y última dictadura que sufrió la Argentina. Este golpe de Estado cívico-militar-clerical duró hasta el 10 de diciembre de 1983 y fue el proceso más sangriento y oscuro que vivió el país debido a que en ese período tanto el ejército, como la marina y la armada practicaron el terrorismo de Estado: hubo persecución de artistas, periodistas, políticos y militantes; secuestros, torturas y asesinatos en centros clandestinos de detención; desaparición de personas y robos de bebés. El saldo de esta dictadura fue de 30 mil desaparecidos, entre ellos Paloma Alonso, hija del pintor, quien desapareció en 1977.

El 26 abril de 1976, Carlos Alonso realizó la exposición de El ganado y lo perdido en la galería Art Gallery International de la calle Florida. Fue una muestra que reunía 45 trabajos realizados entre 1972 y 1976 que daban (y aún dan) testimonio de lo que acontecía en el país: la carne como reflejo de la sociedad ganadera que caracteriza a la Argentina. En dos de sus cuadros, Gran tango (1975) y Carnicero (1972), se puede observar implícitamente la violencia de esos años; en ellas las reses colgadas en los ganchos de los frigoríficos pueden confundirse con la carne humana. Es en esta etapa que Alonso comienza a introducir la violencia en su obra, aunque también la hay cuando retrata a su maestro Spilimbergo en el deterioro de sus últimos años. Aquí hay algo tan explícito que incomoda.

En Gran tango se puede ver cómo se confunden los bailarines con la carne en los ganchos, siendo ellos mismos también los que pueden terminar allí. Lo mismo ocurre en la obra Carnicero, donde el carnicero corta la carne de vaca colgada en los ganchos y está próximo a cortar una pierna que también se encuentra allí.

1. Gran tango, El ganado y lo perdido, 1975. Técnica mixta sobre papel, 70 x 105 cm. Colección del artista./// 2. Carnicero, El ganado y lo perdido, 1972. Tinta sobre papel, 70 x 100 cm. Colección del artista.

“En toda la serie aparece un conjunto de personajes metafóricos que, de manera simbólica, evocarían a quienes hicieron que la Argentina se desplomara sobre su población. Pero además de los victimarios (los patrones de la Sociedad Rural Argentina) también aparece nítidamente la cuestión de los desaparecidos, las víctimas: los ojos vendados, la figura borrada, las fotos de un familiar ausente, la violencia sobre los cuerpos y sobre la carne”, afirma el crítico de arte Fabián Lebenglik.

Esta exposición fue muy visitada e incluso acudió un público no habitual, aunque antes de que finalizara la galería recibió una amenaza de bomba que obligó a desalojar el lugar.

Al mismo tiempo, en 1976, Alonso fue invitado a participar de la exposición Imagen del hombre actual en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Allí se iba a exponer Manos anónimas, una obra que era preciso pasarla a la tridimensionalidad porque la bidimensión de la tela para el artista no era suficiente para mostrar de una forma descarnada todo lo que estaba sucediendo en el país.

Manos anónimas fue realizada con figuras de papel maché con la ayuda de un matrimonio amigo de artesanos, los Carozzi. Esta obra tridimensional es una escena que alude a un allanamiento durante esos años. Allí se exhibe de manera escalofriante la violencia ejercida por los militares: muestra un hombre de las fuerzas de seguridad, una persona que yace en el piso cubierta de diarios, la figura de un hombre sin su torso y sin su cabeza, pero sí con sus brazos y piernas, sentado en un sillón y otro hombre de espaldas. Detrás hay reses y restos humanos colgados.

Manos anónimas. Instalación, 1976/ reconstrucción, 2019. Cartapesta y materiales diversos, medidas variables. Colección Museo Nacional de Bellas Artes. Reconstrucción 2019: Realización y producción: Luis Maresca.

Sin embargo, al producirse el golpe de Estado la muestra se levantó antes de ser inaugurada y nunca pudo ser exhibida hasta 2019, cuando el Museo de Bellas Artes decidió exhibirla en la exposición Carlos Alonso: pintura y memoria. La obra, abandonada en el taller de Alonso, fue recreada a partir del registro fotográfico que quedó de entonces y se exhibe por primera vez luego de 43 años de haber sido ideada por el artista.

“Ya había sucedido la masacre de Trelew, y yo ahí me había dado cuenta de que eso iba a tener un rebote terrible. Eso era el principio de algo que estaba mucho más lejos”, afirmó Alonso a La Voz del Interior en 2019.

Manos anónimas XI, 1984. Pastel al óleo sobre papel, 70 x 100 cm. Colección Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa (Córdoba).

En la década de 1980 volvió a realizar obras para Manos anónimas en una serie de pasteles al óleo sobre papel y técnica mixta sobre papel. Allí se grafican distintas situaciones vinculadas con el terrorismo de Estado.

Alonso se inscribe en el expresionismo y en su obra realiza una incursión por la realidad incisiva, dramática y descarnada. En ella se puede entender la tragedia que todavía sobrevuela el inconsciente colectivo de la sociedad argentina, que aún hoy tiene abierta la herida de sus tiempos más oscuros.

Amanecer argentino II, 1989. Pastel al óleo sobre papel, 70 x 100 cm. Colección Museo Provincial de Bellas Artes Emilio Caraffa (Córdoba).

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