Te quiero, Cristian

Agustín Cassano
4 min readNov 26, 2020

“Te quiero, Cristian”. Ese fue el primer mensaje que le mandó por Telegram un amigo a otro. Desde que se conocen, todas las veces que se encontraron y hablaron, hablaron de Diego.

A ellos dos los unió una frase, una anécdota, de esas que veían por tele o por youtube, que hablaba de Diego. Vieron sus partidos, celebraron sus victorias, lloraron sus caídas. Se caía, lloraban. Se levantaba, brindaban.

Cristian y su amigo querían tanto a Diego que todas las veces que hablaban se preguntaban: ¿Cómo que todavía no volvió con Claudia? Y se mandaban un video de Diego cantándole “Voy a olvidarme de mí” en la noche del 10. Y volvían a decir: “Claudia fue la única mujer que lo quiso”.

Puteaban contra su “entorno” Porque no lo cuidaban. A ese abogado o a esos abogados que lucraban con Diego, mientras Diego estaba triste. Vividores de mierda, que los días en los que Diego no se sentía bien estaban lucrando con su imagen, anunciando fideos y habanos. La vida es una tómbola.

Diego estaba triste y Cristian y su amigo, que voy a admitir que soy yo, se lamentaban que Dalma y Yanina estuvieran lejos de él. Nos metimos en la vida de Diego porque lo queríamos. Lo queríamos sin conocerlo. Sin haberlo visto jugar. Era el tercero del grupo de Whatsapp o de Telegram. Siempre Diego presente. En cada conversación. Con una frase, con un video. Odiamos mucho esta pandemia que no nos dejó ir a verlo de lejos en un partido de Gimnasia o de cruzarlo en la puerta de estancia chica para decirle: “Diego, te queremos”.

Siempre pensamos cómo iba a ser este día.

¿Te imaginás cómo va a ser el día en el que se muera Maradona? La respuesta era al mismo tiempo un NO. Un NO rotundo. Y nos poníamos a hablar de otra cosa. Pero de Diego. A ver el famoso video de precalentamiento en el San Paolo o a cantar “Ho visto Maradona” o a pasarnos la imagen de la pintada histórica en el cementerio de Nápoles.

El día que cumplió 60 años no paramos de mandarnos cosas. Y de volver a resaltar lo grande que fue, es y será (siempre los mismos tiempos verbales y las mismas tres conjugaciones del verbo ser).

El día en el que lo internaron y después lo operaron la vimos complicada. Y ahí volvió a surgir la pregunta. ¿Te imaginás cómo va a ser el día en el que se muera Diego? NO. Un NO rotundo. Saber que le había ido bien en la operación fue un gran alivio. Diego volvió a gambetear a la parca. Y nosotros volvíamos a escuchar el relato de Víctor Hugo o a recordar la carta de Cherquis, en la que le pedía que volviera a estar cerca de su familia. También viendo videos de cuando el profe Signorini (una persona que lo quiso siempre ver bien porque lo quería y lo quiere) lo puso 0 km para que llegue excelente al Mundial de Estados Unidos de 1994.

El 25 de noviembre de 2020 nos agarró por sorpresa. Ese día llegó. Y no paramos de llorar. Cuando me enteré que estaba mal, le mandé a Cristian un mensaje de Whatsapp, que no leyó. Un ratito después, a las 13.24 horas, con la confirmación de que Diego había muerto, le volví a escribir: “Amigo, te quiero mucho. No paro de temblar. Se nos fue Diego. Te quiero te quiero”

Con Cristian no somos amigos solo por Diego, pero él es vital en la unión y el refuerzo de esta amistad, aún en tiempos de distanciamientos (los de la vieja normalidad, los de la cuarentena y los de la nueva normalidad).

Ahí, bien guardada en nuestra memoria está eternizada la noche en la que estrené departamento con él y con Diego. Sí, porque Diego estuvo esa noche. Estuvo en el habano que nos fumamos por primera y última vez en su honor.

Te quiero, Cristian.

Gracias Diego.

(Las fotos las seleccionó Cris. Sin saber que era para esto).

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