Travesticidios: un problema invisibilizado que crece año a año

Agustín Cassano
4 min readDec 18, 2019

En Argentina hablar de travesticidios y transfemicidios no era una distinción común hasta 2013, cuando estos crímenes comenzaron a tipificarse de esta manera. Con los años el conteo se perfeccionó cada vez más porque encontrar los registros tiene sus dificultades, ya que a no todas las personas trans que son asesinadas se les respeta su identidad de género (son registradas como masculino o femenino). Sebastián Duarte es autor del libro La Constitución Travesti y agrega que otro problema que tienen los travestis es que “muchos están en situación de calle y nadie sabe dónde están”.

El Ministerio de Justicia y Derechos Humanos (MJ) y la Corte Suprema de Justicia (CSJ) son los organismos oficiales que se ocupan de estos registros. El Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+ (ONCO), el Archivo de la Memoria Trans y la agencia Presentes aparecen como fuentes alternativas, cuyo conteo es más exhaustivo.

En 2016, la base de datos del MJ registró cinco travesticidios. Esta distinción aparece dentro de la categoría femicidios, pero no aparece como travesticidios o transfemicidios, sino que son tipificados como transgénero. Un tecnicismo, pero que es importante distinguir según la comunidad LGBT+. Además, los varones trans no son considerados dentro de estas cifras oficiales ya que no se trataría de un femicidio. La CSJ habló de los travesticidios con la carátula “travesticidio/transfemicidio” por primera vez en 2016 y desde entonces tuvo dos categorías: mujeres biológicamente femeninas y mujeres trans /travestis.

Ambas bases registraron un femicidio en cada una de estas provincias: Formosa, Jujuy, Mendoza, Misiones y Río Negro. La edad rondaba entre los 21 y 40 años. Pero, según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio LGBT+, ese año murieron por discriminación por orientación sexual, identidad de género y/o su expresión, 13 personas de la comunidad LGBT+, y 12 eran mujeres trans. Del total, el 92,3 por ciento fueron mujeres trans. “Una cifra realmente impactante, que comprueba como la violencia a la comunidad LGBT+ está particularmente dirigida a travestis, transexuales y transgénero mujeres”, decía el informe por entonces.

En 2017 el MJ registró dos homicidios transgénero, pero para el ONCO se redujo a uno con respecto al año anterior. Murieron 11 mujeres trans y un varón trans. Las primeras representaron el 84 por ciento y el segundo el 8 en la totalidad de los crímenes de odio.

En 2018 el MJ señala uno y la CSJ cuatro, dos en Santa Fe y otros dos en Tucumán. Las víctimas tenían 23, 25, 28 y 45 años respectivamente. Sin embargo, el Archivo de la Memoria Trans señala que entre enero y febrero doce mujeres trans fueron asesinadas: ocho y cuatro respectivamente. Mientras que el ONCO registró 11 muertes al finalizar el año. Esto refuerza la idea de que los organismos oficiales no registraban los travesticidios como tales, sino que la denuncia era recibida como la muerte de personas con identidad masculina o femenina.

“No hay datos precisos y certeros desde el Estado, son datos que nos encargamos de construir los, las y les que andamos en los territorios”, dice Alma Fernández de la agencia Presentes, que trata estos temas y consignas de la comunidad LGBT+.

La franja etaria que más afectada se encuentra es la de 30 a 39 años. Este dato, en el caso de las mujeres trans asesinadas, coincide con la con la esperanza de vida para este grupo expresada en la investigación “La transfobia en América Latina y el Caribe” que da un mínimo 35,5 y un máximo de 41,25 años”.

En los primeros seis meses de 2019 se registraron 37 travesticidios sociales, según marca el sitio Cosecha Roja, y el Observatorio registró, durante los primeros seis meses, que el 56 por ciento de crimenes de odio fueron hacia estas personas. Mientras que desde el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos marcan solo uno.

“En nuestro conteo tenemos que hubo más de 70 trans y trasvesticidios en 2019. Más de 85 en 2018. Más de 64 en 2017. Son datos que empezamos a construir y a guardar desde las redes”, cierra Fernández.

Realizar una base de datos más exhaustiva por parte del Estado es la tarea pendiente. Trabajar junto con los observatorios y organizaciones que se dedican a llevar la cuenta sería ideal, en una sociedad en la que los derechos del colectivo travesti/trans se encuentran vulnerados y año a año los asesinatos aumentan cada vez más.

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